Editorial: No he sido nunca reaccionario, ni me caracterizo por hacer las editoriales sin contar antes hasta 100. Templar los ánimos. Se terminó el Estado de Alarma y muchos toques de queda, y el comportamiento de muchos conciudadanos no tiene explicación alguna y mucho más una nación que vive en parte del Turismo. No seré yo quién critique a los residentes en estas islas, ni de otros lugares, si salen o entran de sus casas. Pero que sepan que cuando todos estamos afectados debe primar el interés general y entonces los comportamientos no son libres ni individuales. Estamos en el mismo barco y si unos reman en dirección contraria no llegaremos nunca a puerto.

El gobierno de Pepe Gotera y Otilio y los Reinos de Taifas, la denominada Cogobernanza y dejar en manos de los residentes las decisiones, supone pisar todas las líneas rojas y negras de la irresponsabilidad y la ausencia de mando. Te nombran para dirigir a los 47 millones de españoles, les guste más o menos a Catalanes, Vascos y Navarros, y dejas todo en el aire y pasto de las llamas del caos y el desacato.

Están muy tristes nuestros sanitarios con la nueva desescalada, hasta el extremo que proponen que los nuevos enfermos sean llevados y tratados en campos de fútbol, en zonas especiales de botellón, en parques para la ocasión, en hospitales de campaña. Pero que no puedan ocupar la sanidad, ahora que la atención primaria será presencial y que los hospitales han tomado el pulso a la olvidada sanidad del día a día y que quedó pendiente por el COVID-19.

El mal gobierno nos ha lanzado unos contra otros, armas arrojadizas humanas que buscan respirar después de tantos meses de órdenes contradictorias y carentes de certidumbre. Quién puede estar tranquilo en su casa y seguir escuchando a los charlatanes,, cuando más de 2 millones de personas esperan la segunda vacuna de AstraZeneca la cual es recomendada de manera inequívoca por científicos, médicos, estamentos de la salud, virólogos, especialistas.

Estamos en manos de los peores gestores de la historia y es normal que sus órdenes no sean entendidas por una gran mayoría, han dicho muchas falsedades y hay quienes han dicho basta y se pasean por las tardes noches sin importarles el mal general, los egoísmos afloran cuando cierras la puerta y no abres una ventana. Nadie quiere ser ratón encerrado.

Los políticos no pueden quitarse las responsabilidades en medio de la pandemia, nos cuestan más de 30.000 millones cada año y son ellos el poder Ejecutivo quienes deben aclarar los caminos a seguir. Mandarle a un juez el problema solo servirá para amontonar nuevos expedientes sin resolver. Sobre todo si se dirigen al Tribunal Constitucional que hace meses ni contesta ni se le espera.

El Tribunal Supremo tendrá que crear jurisprudencia al uso, pero nunca podrá analizar propuestas distintas de cada Reino de Taifas, cada cual tendrá aspectos de su propia enfermedad e idiosincrasia. Homologar 17 sensibilidades en es una tarea que no puede legislarse. Por eso si hay algún culpable, ese es el Gobierno que elegimos en las urnas en las elecciones nacionales. Mi más ni menos.

Hacía donde vamos, por supuesto a una quinta ola, ésta mucho peor, seguramente las bajas las deberán asumir personas jóvenes sin vacunar y las familias que habrán contagiado. Desde 60 años hasta 100 han conseguido cierta inmunidad, unos con una vacuna y muchos con las dos. Esperando hay 3 millones de personas a que decidan sobre la marcha, el más difícil todavía, mezclar vacunas sin experimentar con ellas y sin balance cierto y contrastado. No tienen nada en la cabeza, si le quitas el cargo y el coche oficial pasan a ser auténticos anónimos sin ningún valor añadido que los integre en una sociedad competitiva y preparada.

Unos políticos/as que tendremos que salir adelante a pesar de ellos/as. Y llevarlos a cuestas todo este tiempo aciago y difícil. Han arruinado el país, acentuado la enfermedad, se han dejado caer en acto de servicio a 120.000 compatriotas, quien da más, por eso hay personas que han roto la baraja. Ha sido normal, piden libertad, aunque luego en la intimidad reconozcan que no fue lo mejor que han hecho en sus días infelices. Los saltos mortales mejor con red.